Marcos Urarte destaca que la complejidad e incertidumbre actuales exigen organizaciones flexibles, ágiles y rápidas, capaces de anticipar impactos disruptivos y adaptarse a nuevos escenarios dinámicamente. La supervivencia y el progreso dependen de la habilidad de la organización para "leer" el entorno y ajustarse rápidamente. Las organizaciones deben definir su nivel de ambición y desarrollar un modelo de planificación a medio y largo plazo que sea comprensible y asumido por todo el equipo, especialmente la dirección. Los directivos del siglo XXI enfrentan retos muy diferentes a los conocidos, lo que requiere un esfuerzo continuo para mantener la relevancia organizacional.